Recientemente he conocido a una mujer sabia. Es algo así
como la Sócrates de la vida moderna; inteligente, atractiva, trabajadora… ¡un
chollo vamos! y de ella he aprendido que los sentimientos de culpa y
arrepentimiento que acompañan al tradicional dolor de cabeza dominguero, falta
de hidratación y necesidad de comida hipercalórica, tienen un nombre: resaca
moralista.
Por si no os queda muy claro, os pondré algún que otro
ejemplo bastante común. De hecho lo más probable es que os reconozcáis en
alguno de ellos, entre otras cosas porque en su momento Facebook se llenó de
grupos y “megustas” que referenciaban las ideas nocturnas brillantes. Estoy
segura de que tras este post, os quedará clarísimo lo que mi querida filósofa
quiere decir con el término.
El error más común de los comunes, y cada vez más habitual
gracias a las aplicaciones de mensajería instantánea, es el escribir eso que no
nos hemos atrevido a decir de tú a tú, o que simplemente no hemos podido
decirlo ni por Whatsapp a la luz del día, pero gracias al alcohol y pensando
que somos los dioses de la palabra y la retórica, escribimos. A veces hasta
llegamos a tener auténticas conversaciones donde con suerte los dedos serán
muñones y las palabras tendrán veinte consonantes y dos vocales. Cuando no es
así, cuando todavía se puede entender algo, lo mejor que puede pasar es que el
móvil con su aplicación, se caiga en un wáter público y toda esa información
muera para no poder recordarla al día siguiente.
Consultar los últimos movimientos y saldo de la cuenta y
echarse las manos a la cabeza. No hace falta que explique mucho, pero
normalmente la relación saldo – borrachera suele ser inversamente proporcional.
Para los que no estéis familiarizados con las proporciones, Wikipedia os lo
explica sin problema porque las matemáticas no son precisamente mi fuerte, pero
en palabras simples, cuanto menos dinero tengamos en la cuenta, más dura será
la resaca en todos los sentidos.
Otro error, aunque tal vez menos común, es el de enrollarse
con desconocidos o en su defecto poco conocidos y creerse Nadia Comaneci en su
época dorada. Dicho así parece un puntazo, pero el problema viene cuando de
repente empezamos a ver a esa persona en el supermercado, compañera del nuevo
curso de cocina al que te has apuntado, en una heladería, en la playa, en un
museo, o es el “amigo de” al que nos querían presentar ahora innecesariamente.
En principio esto tampoco debería suponer ningún problema, siempre y cuando el
alcohol haya hecho efecto borrando un buen número de conexiones neuronales o
provoque un fallo de memoria a corto y largo plazo. Benditas lagunas.
Y ya para terminar y desearos un buen finde a golpe de
Miércoles por la mañana, tenemos a nuestros amigos. Esos seres adorables que siempre
tienen aportes gráficos de los peores momentos de nuestra vida y sacarlos a
relucir desde primera hora de la mañana. No hay nada como verse/escucharse
destrozando una canción en un karaoke, colgado de un alféizar de una ventana
sobre un escaparate de una juguetería , cayéndose de un triciclo, resbalando
con una tabla por unas escaleras como si fuera invierno y estuviésemos con un
trineo en Vaqueira Beret… Cada uno tendrá las suyas.
Hay mil formas de vivir la mañana después, pero hay
experiencias que es mejor no recordar.
Pasen ustedes un buen Miércoles.
Mercromina <3
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