miércoles, 12 de marzo de 2014

Resaca moralista: Razones por las cuales no emocionarse con las copas.

Recientemente he conocido a una mujer sabia. Es algo así como la Sócrates de la vida moderna; inteligente, atractiva, trabajadora… ¡un chollo vamos! y de ella he aprendido que los sentimientos de culpa y arrepentimiento que acompañan al tradicional dolor de cabeza dominguero, falta de hidratación y necesidad de comida hipercalórica, tienen un nombre: resaca moralista.

Por si no os queda muy claro, os pondré algún que otro ejemplo bastante común. De hecho lo más probable es que os reconozcáis en alguno de ellos, entre otras cosas porque en su momento Facebook se llenó de grupos y “megustas” que referenciaban las ideas nocturnas brillantes. Estoy segura de que tras este post, os quedará clarísimo lo que mi querida filósofa quiere decir con el término.


El error más común de los comunes, y cada vez más habitual gracias a las aplicaciones de mensajería instantánea, es el escribir eso que no nos hemos atrevido a decir de tú a tú, o que simplemente no hemos podido decirlo ni por Whatsapp a la luz del día, pero gracias al alcohol y pensando que somos los dioses de la palabra y la retórica, escribimos. A veces hasta llegamos a tener auténticas conversaciones donde con suerte los dedos serán muñones y las palabras tendrán veinte consonantes y dos vocales. Cuando no es así, cuando todavía se puede entender algo, lo mejor que puede pasar es que el móvil con su aplicación, se caiga en un wáter público y toda esa información muera para no poder recordarla al día siguiente.

Consultar los últimos movimientos y saldo de la cuenta y echarse las manos a la cabeza. No hace falta que explique mucho, pero normalmente la relación saldo – borrachera suele ser inversamente proporcional. Para los que no estéis familiarizados con las proporciones, Wikipedia os lo explica sin problema porque las matemáticas no son precisamente mi fuerte, pero en palabras simples, cuanto menos dinero tengamos en la cuenta, más dura será la resaca en todos los sentidos.

Otro error, aunque tal vez menos común, es el de enrollarse con desconocidos o en su defecto poco conocidos y creerse Nadia Comaneci en su época dorada. Dicho así parece un puntazo, pero el problema viene cuando de repente empezamos a ver a esa persona en el supermercado, compañera del nuevo curso de cocina al que te has apuntado, en una heladería, en la playa, en un museo, o es el “amigo de” al que nos querían presentar ahora innecesariamente. En principio esto tampoco debería suponer ningún problema, siempre y cuando el alcohol haya hecho efecto borrando un buen número de conexiones neuronales o provoque un fallo de memoria a corto y largo plazo. Benditas lagunas.

Y ya para terminar y desearos un buen finde a golpe de Miércoles por la mañana, tenemos a nuestros amigos. Esos seres adorables que siempre tienen aportes gráficos de los peores momentos de nuestra vida y sacarlos a relucir desde primera hora de la mañana. No hay nada como verse/escucharse destrozando una canción en un karaoke, colgado de un alféizar de una ventana sobre un escaparate de una juguetería , cayéndose de un triciclo, resbalando con una tabla por unas escaleras como si fuera invierno y estuviésemos con un trineo en Vaqueira Beret… Cada uno tendrá las suyas.


Hay mil formas de vivir la mañana después, pero hay experiencias que es mejor no recordar.


Pasen ustedes un buen Miércoles.


Mercromina <3

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