lunes, 17 de febrero de 2014

Adolestreintas

Somos mayores. Corrijo: somos mayores en una segunda adolescencia. Yo tengo la teoría de que esto es culpa de que crecimos viendo Al Salir de Clase donde una panda de  actores cercanos a la treintena, paseaban por un instituto, tenían uno sueldos de unos trabajos precarios suficientes como para permitirse unas copas o incluso los más afortunados, un piso compartido con otras diecisiete personas y que tenía relaciones muy serias en las que se querían muy fuerte durante aproximadamente dos semanas. Y claro, eso confunde a uno, y ahora que nos vemos físicamente semejantes, creemos que esa es la vida que debemos que tener, quitando pequeñeces de asesinos en serie o psicópatas violadores, que hay que saber distinguir ficción de realidad.


Pero hay ciertos síntomas que te dicen que el tiempo pasa y hace mella. Los jueves te tomas unos vinos con tus amigos y ves chavalada por la calle y te apetece salir, pero mañana trabajas, y en realidad, ¿salir para qué? si todo está lleno de niños que no saben beber, que se agarran unas moñas que tú ya ni recuerdas!!. Y no las recuerdas porque el sábado pasado bebiste como si tuvieses un hijo en la cárcel y no sabes ni cómo llegaste a casa. Pero tu cuerpo viejuno, cansado de tanto castigo,  se encargó de recordarte bien esa noche, no dejándote beber coca-cola hasta el martes porque te sabía a cubata, porque las resacas con esta edad duran y pesan más.

Y pesan más porque tenemos más dinero, entonces claro, en vez de hacer botellón con alcohol del súper, bebemos veneno en copas de 5 euros en locales a los que va gente que ronda nuestra edad y bebe gintonics con macedonias de frutas, que es lo que se lleva. Entonces te sorprendes a ti, viendo si ese chico/a guapo/a de la barra lleva anillo de casado y te das cuenta de que esto de ser mayor se te está yendo de las manos, puede que incluso conozcas a alguien y…huye!! Huye de ese local de gintonics elaborados y música latina o acabarás con un divorciado con dos hijos, y lo que menos quieres es aguantar a niños si no son de visita…

¿Qué el instinto maternal está llamando a tu puerta, dices? Piensa en tus veranos, estás en la playa y hay un montón de niños corriendo y gritando como una manada de gatos en celo, y ya sabemos que tú sólo aceptas a los gatos en los vídeos de internet,  no lo soportas más y quieres matarlos. No te autoengañes con un ‘si no me gustan los niños es porque no me hago mayor’. A Herodes tampoco le gustaban los niños, Herodes era rey, y aunque posiblemente fuese más joven que tu ahora mismo, en esa época la gente se moría joven, así que sería considerado un anciano. El resto de conclusiones sácalas tú mismo.

Si esto no te ha convencido, mira a tu alrededor, el paro juvenil está a la orden del día y cada vez tienes más tiempo que dedicarle a tus pasatiempos favoritos, como ver obras o darle de comer a los patos. Se lleva el bricolaje y eso de restaurar muebles que tu madre no quería ni para dejar que se apolillaran en el trastero, hacer magdalenas, (aunque ahora se le llamen cupcakes), llevar rebequitas de lana y calcetártelas tú mismo, y  gafas de pasta con cristales del tamaño del ojo de Sauron.


Es verdad, no es que seamos mayores, es que nos hemos convertido en nuestros propios abuelos.

Tengan ustedes feliz semana.

Muy suya.

Efervescente.

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