viernes, 28 de febrero de 2014

¡Pedófilos y puteros! Ya es carnaval.

¡Buenos y carnavalísticos días a todos! Hoy empieza el que para mí es uno de los mejores fines de semana del año. Una orgía gastronómica de cuatro días donde el confeti se hace pasta de papel con la lluvia característica de la época, mi abuela decide hacer unas riquísimas orejas con mucho anís (para los lectores que traspasen los límites autonómicos, no tiene nada que ver con orejas de verdad) y mucha gente se disfraza dando un ambiente un tanto burdelesco a la calle.

Y de esto mismo, de los disfraces y la gente es de lo que quiero hablaros porque tengo una duda desde hace años que no he conseguido resolver: ¿A qué viene ese afán independientemente del sexo de disfrazarse de mujer dedicada a la prostitución? Me reservo la opinión en relación a este gremio porque no os interesa, pero no alcanzo comprender el interés que despierta en todos los campos de los disfraces en esta época desde cuentos infantiles hasta el mundo de los oficios pasando por frutas, verduras, animalitos del bosque, insectos…etc.

Es obvio que la temática vende; y la temática vende mucho. Cada vez que echo un ojo a una revista de patrones de trajes, tienda de disfraces, supermercado o el clásico chino para coger ideas, acabo desplazándome hacia la sección masculina del miedo que me producen las fotos que acompañan a los empaquetados. De hecho, en Amsterdam estuve en una tienda de ropa erótica y creo que en general los atuendos tenían más tela y menos látex.

Puede que alguno o alguna aproveche la ocasión para sacar ese lado de su personalidad perfectamente enterrado en su psique, pero de ahí a que de repente la calle se llene de putillas de cualquier edad hay un abismo.

Dentro del estilo más clásico están los oficios por ejemplo. Muchos aprovechan y retoman ese énfasis de la infancia por el “qué ser de mayor” reinventando  los uniformes de  las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, enfermería en particular y ámbito hospitalario en general, profesorado, secretariado, albañilería, marinera, empleados domésticos… creo que os podéis hacer una idea. Suelen ser los más recurridos en todas las edades y sexos, y seguro que las mamás están encantadas de que sus niñas de 15 años salgan a la calle con pantalones del policía que pasan a ser minishorts-braga sin llegar al palmo de largo, los zuecos sanitarios se convierten en tacones de aguja y charol, y las medias de red y liguero sustituyen a los pantys de invierno bien tupidos que muchas llevamos a trabajar en nuestras oficinas. Ante esto no hay nada que hacer, porque si la versión femenina es carne de cañón, qué decir de la masculina. ¿A alguno os han dicho que la barba y el carmín rojo sientan bien? Olvidaos, es grimoso. Aunque no menos que los pelos largos de las piernas aplastados por la lycra o el poliéster de unas medias, los pechos de calcetín, las pelucas casposas y las sombras de ojos color azul. Los más atrevidos caminan con tacones por el empedrado, y la imagen desde luego es bastante pintoresca.

¿Y lo peor? Ligar. Si no lo habéis hecho nunca fijaos esta noche en las estampas de las discotecas. Grotescas.


Pasen ustedes un colorido finde.


Mercromina <3

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