miércoles, 19 de febrero de 2014

El paradigma del vello público

Probablemente si os digo que el vello púbico está otra vez de moda, más de uno se echará las manos a la cabeza y la mandíbula se le descolgará de la boca convirtiéndose en el propio Edvard Munch en su famoso cuadro de El Grito.

Con el título de licenciada me otorgaron también el privilegio de “científica”, y como tal, me dedico a hacer estudios caseros de temática más bien social con las curiosidades que voy observando en mi entorno. Hace una temporada y basándome en lo que podía ver en los vestuarios femeninos del gimnasio auguré, que el pelo estaba volviendo directo desde los ochenta para quedarse. Muchos me tacharon de loca, incluido mi padre que me dijo que eso era completamente imposible; y no, no lo era.

Lo cierto es que cuando empecé a asumirlo entré en un estado de ardua confusión y no pude evitar llegar al fondo de este tema porque empezó a preocuparme. ¿Iban a cerrar todos los centros de depilación láser?, ¿La dolorosa depilación con cera volvería al candelero?, ¿Iba a extenderse esta costumbre a las axilas?, ¿Qué iba a pasar con la famosa línea del bikini en la playa? Mis ojos todavía no están preparados para ciertas cosas.

Ya hace unos años la pánfila de Lucía Etxebarría apoyada por otros progres de boquilla, decía que el pelo estaba ahí para algo y por algo. También es verdad que esta señora dice muchas cosas y en su mayoría son incongruentes y estúpidas, pero lo cierto es que ya son muchos los que comentan que el vello o más coloquialmente pelo, tiene diversas funciones esenciales como protegernos de bacterias, hongos e infecciones. Es verdad, todos los pelos de la zona se ponen una armadura, cogen sus lanzas y machetes, y salen a luchar contra las bacterias de la gonorrea, las de la sífilis o demás ETS del mercado.

Otros se reafirman diciendo que cubre esa zona de nuestros lustrosos cuerpos llamados genitales, que con la edad se llena de células adiposas y tiene altas probabilidades de caerse al entrar en la senectud perdiendo todo su atractivo. Con pelo o sin pelo va a perderlo de todas formas. Chorradas.

Una visión muchísimo más retorcida de la situación aboga por el mantenimiento del pelito basándose en una idea completamente distorsionada que relaciona la depilación integral o casi integral con la dulce y virginal inocencia de los niños (WTF???). Esto me produce escalofríos y si pudiera hondar más profundo en la mente de un pensador de este calibre tendría que ponerme las gafas de Señorita Rottenmeier, cruzar las piernas y tirar del peso pesado del psicoanálisis para intentar sacar algo en claro de tal locura. Ahora bien, si esa es la razón para que la depilación triunfe no habrá cárceles suficientes.

Seamos realistas… ¿A quién le gusta el pelo? Provoca olor, es estéticamente feo, incómodo, cero erótico más allá del estilo bigotillo y nada agradable en el sexo oral. Los griegos y los romanos creían que la razón primordial para depilarnos radicaba en que nuestra feminidad y delicadeza quedaba reducida a cero por la presencia del pelo. Y lo cierto es que ahora mismo no veo razón alguna que lo contradiga.

¿Es bello el vello púbico? Pues no, sino que se lo digan a los sorprendidos transeúntes que fotografían escandalizados (La cara del hombre de la foto lo dice todo) los escaparates de American Apparel en Nueva York, cuyos maniquíes plasticosos anoréxicos están repletos de pelo. El paraíso de la colega Etxebarría; muy sexy.



Muchas gracias y feliz Miércoles.


Con amor, Mercromina <3

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