Palo
Alto, California. Miércoles 19 de Febrero de 2014.
Son las
8 de la tarde y en la barra del bar sólo quedan dos chicos. Uno alto y
corpulento que sostiene un vaso de whisky doble sin hielo, otro, a su lado, desgarbado
y con un Smartphone tamaño tabla de surf tiene cara de afligido.
-Jimmy (en California todos se
llaman Jimmy), estoy muy triste, me ha caducado el Whatsapp y al final, aunque
llevo dos años evitándolo, voy a tener que comprarlo.
-Pero Mark, eso se renueva sólo,
que te lo digo yo que de imbécil lo pagué y luego todos mis amigos se rieron de
mí.
-No, no, esta vez no es como
siempre. Lleva dos días saliéndome un mensaje de que me ha caducado y no me
deja escribirle a nadie, estoy entrando en una burbuja de aislamiento brutal y
ya tengo 517 mensajes acumulados de mis grupos de amigos del colegio, del club
de ajedrez y del curso de cupcakes, y esta semana íbamos a aprender a hacer el
topping como las setas de Supermario…
-Tranquilo, hay alternativas. Me
han hablado de Telegram. Es casi igual con la ventaja de que las conversaciones
que marcas como privadas se autodestruyen!!
- ¿Privacidad? Demonios, Jimmy!
Soy el dueño de Facebook! No me hables de privacidad porque no lo tolero! Es
más, sabes que te digo? No voy a comprarme la aplicación de Whatsapp. Voy a
comprar Whatsapp, ¿Cuánto puede costar? Dímelo en Neymars, que ya sabes que yo
con los dólares no me aclaro muy bien.
-No hay huevos
Cuando
Jimmy se dio cuenta, Mark estaba entrando en Google Play y pagando 16 billones
de dólares (casi 200 Neymars). Ya no había vuelta atrás.
Las
reacciones a esta adquisición no se han hecho esperar. La primera en mostrar su
‘me gusta’ ha sido la flamenca, ya que esto será un trampolín en su carrera y
ya se ve actuando en algún tablao del Cityville. “Estoy encantada, he pasado de
estar encima de televisores en los 90 a compartir espacio con berenjenas y
mierdas con ojos, y esta oportunidad me devuelve el caché que nunca debí perder”
declaró entre gritos de júbilo la folclórica.
Mientras
tanto, el resto de los mortales están reacios a esta fusión. Algunos temen que
un día, por error, en vez de mandar el mensaje lamentable de borrachera a su ex
novia, se lo acabe publicando en el muro y se enteren todos.
Otros
se imaginan grupos de Whatsapp de 40 personas hablando todo el rato y enviando
solicitudes de Candy Crush, o quizá un avance tecnológico en el que las fotos
se etiqueten y suban automáticamente a la red social en cuanto te las envían, con
todos los problemas familiares, conyugales y laborales que esto puede acarrear.
A todos
estos malos augurios, hay que sumarle que el número de rupturas de parejas
podría multiplicarse por dos cuando el doble check se combine con el ‘Leído’
del chat, o cuando aparezca en Facebook nuestra última hora de conexión.
Yo sólo
confío en que algunos de esos millones sirvan para pagar a alguien que diseñe
el tan necesario icono de vomitar.
Tengan
ustedes buen fin de semana bajo el acecho de Mark Zuckerberg.
Atentamente.
Efervescente.
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