Recuerdo
como si fuera ayer un capítulo del príncipe de Bel Air en el que Will tenía una
cita con una chica con la que se quedaba encerrado en una habitación. Al rato
de estar con ella allí, la susodicha iba desprendiéndose de sus múltiples
postizos (pelo, pestañas, uñas…) hasta convertirse, al natural, en otra persona
que distaba mucho de la que había quedado con él.
Ya
entrados en el siglo 21, hemos llegado a la versión 2.0 de los postizos.
Proliferan las tiendas de chinos que son capaces de dibujar réplicas del
Gernika en las uñas, las extensiones de pelo parecen un obligatorio en tu
currículum si quieres entrar directo en la parrilla de tele5, y las pestañas
postizas han adquirido tal dimensión que se han dado casos de mujeres
protegidas por WFF tras haber sido confundidas con pavos reales.
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Esta por no llevar, no llevaba ni sujetador. |
Pero
hay un fenómeno que en los últimos años se ha extendido como la pólvora y que
supone el mayor engaño de la década, sólo al nivel de las promesas electorales:
el sujetador push up.
Numerosos
amigos varones suplican la erradicación del push up, proclamándose víctimas del
engaño. A mí, que me importa un pimiento si la tía que tengo delante tiene
pechos naturales o 50% poliéster, sólo pienso en lo absurdo que es ver un
sujetador de la talla 105 (tamaño ‘cabeza de bebé’ en el sistema internacional
de medición) con un relleno que las sube hasta el punto de dejar a la usuaria
sin respiración.
Os
invito a hacer un estudio sobre el tema: entrad en una tienda de ropa interior
de cualquier cadena conocida (Women Secret, Oysho, Etam…), veréis algunas
mujeres palpando todos los sujetadores del lineal, en la búsqueda de uno que no
tenga ese acolchado. Cuando lo encuentren, cantarán victoria, luego se darán
cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones, los modelos disponibles son
tres: negro, blanco y color-carne-faja-de-abuela, el color antierótico por excelencia.
Rezando
porque esta fiebre se pase, he tratado, mientras tanto, de verle ventajas a
esto de que en un futuro, no hubiera posibilidad de llevar otra cosa:
Situación
1: Viaje largo de autobús, tú, con sueño, estás del lado del pasillo y no
puedes apoyar la cabeza en la ventanilla. De repente te das cuenta de que
llevas un sujetador con dos almohadas viscoelásticas que, colocadas estratégicamente, son una
perfecta almohada de cuello. Te lo quitas y a echarte una siesta.
Situación
2: ¿Pero a ti te parece normal sacarte el sujetador en medio de un autobús?
Olvida el paso 1 si no quieres que piensen que perteneces a FEMEN. Bien, mira abajo,
están más o menos a la altura de tu barbilla con lo que apoyarla sobre ellas y echar esa
cabezadita cómoda será tarea fácil. Tenga usted dulces sueños, señora.
Situación
3: Estás comiendo un bocadillo porque ayer por la noche bebiste tanto que no te
ha dado la cabeza ni para cocinar, las migas caen pero no al suelo. La ventaja
primera de esto, es que no vas a tener que pasar la aspiradora con todo ese
ruido que hace y que te va a levantar dolor de cabeza. La ventaja número dos
deriva de la primera, y significa un ahorro en ibuprofenos. La ventaja 3 es que
cuando te quites el sujetador vas a tener el pan rallado suficiente como para
rebozar aproximadamente una bandeja de croquetas, que como todo el mundo sabe
es la cura definitiva contra la resaca.
Situación
4: Vamos a remontarnos a la noche anterior a la situación 3, el baño de chicas
te ofrece la oportunidad que siempre quisiste de ser equilibrista en el circo
del sol, aguantas bolso, cazadora y copa, y solamente tienes dos manos, encajas
la copa en el canalillo, y como llevas un pushup no se mueve ni aunque te dé
por hacer el pino puente, sales airosa de la situación, ovación popular y aplausos al
salir por la puerta. Has tenido tu minuto de gloria, ahora ya puedes irte a
casa a hacer masa de croquetas, mañana te dará demasiada pereza.
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